Cuando uno no tiene nada que decir la
habitación se llena de un vacío extraño, las palabras se atascan, no salen, estorban y se vuelven incómodas e
irritantes para la quietud,
que reclama su espacio, los bloques de ideas parece que duermen y les falla la memoria, nos invade a
todos la modorra, el vacío, lo trivial, no hay nada que valga la pena ser
dicho, no hay nada que merezca ser pensado ni escrito, para qué, por qué, a
quién le interesará, a mí
no, eso
seguro,
¿pensabas que
ibas a escribir durante toda la vida?, ¿tan
original te consideras?, ya no recuerda uno ni sobre qué le gustaba escribir,
sobre qué, sobre quién, ¿acaso estabas enamorado y ahora no?, ¿acaso estás
enamorado y antes no lo estabas?, ¿qué era aquello que decías, la vida
está
hecha para ser escrita, primero, pensada, después y por último etcétera?,
mierda, cansancio, mesa, libro, ordenador, todo es de cristal y de madera, las superficies se contorsionan sobre sí mismas y se
adueñan del milagro, del misterio y de la escritura, no puede haber nada ahí
adentro, no puede haber nada aquí adentro, retruécanos, juegos de palabras, qué
decir cuando no hay nada que decir, la inspiración atiborrada de sentencias y de citas ajadas, frases cojas e inconexas, vacío, yo,
cuélgate de la lámpara, lanza el sofá por la ventana, sal a la calle, insulta
a alguien en alemán, en hebreo y en griego, emborráchate hasta vomitar la bilis
en las faldas de la camarera, rómpete la mano contra el estómago de un policía,
haz algo, vive un poco no por ti, sino para poder contarlo, una historia de
crápulas, sobre la mala vida, mastúrbate frente a la ventana, haz de la
superficialidad un relato, una ideología, haz algo, huye, hazte el haraquiri que te estás durmiendo encima del teclado, qué escribirás después no importa,
el relato, obviamente, no nace en una libreta, hasta el peor de los escritores
sabe que el relato nace bajo una farola, a la puerta de un
bar, sobre el pollo de la cocina, tras la cortina de la ducha,
allí entra
el narrador para congelar el momento y desangrarlo como mejor pueda o como más le apetezca,
esto
sí
es cuestión de gustos, pero no lo haces, está claro que no lo haces
porque sigues sentado en la silla, paralizado ante la inevitabilidad de las
cosas, petrificado y ausente, aunque pongámonos en situación,
si fueras un coche no serías más que el chasis, si fueras un cuaderno no
tendrías ni líneas,
una
botella
vacía y con las comisuras malpintadas de
carmín reseco, una bombilla que no enciende, el cascarón de una casa vieja, de
la que alguien emigró, destripada, y lo peor es que
todo esto sienta bastante bien, notar cómo el tiempo
resbala y fracasa, leer los titulares del periódico, no ir más allá, las palabras que pasan
como perros en una carrera de galgos,
fiuuuuuuuuuu, allí van, hacia el olvido, la parálisis de la vergüenza, la
parálisis de los anhelos, ¿nihilismo?, es la pasividad sin depresión, la
depresión
es una posición activa, hablo del
aplazamiento indefinido de la vida,
escurrirse por debajo de las cosas porque no merecen ser escritas, pensar por
inercia, no hablar por pereza, no escribir porque nadie ha dicho que haga falta
hacerlo y si lo ha dicho no te ha sonado muy convincente, ya no recuerdas el
momento en que decidiste escribir, mucho menos por qué lo hiciste, tampoco importa,
esto es
lo mejor, tampoco importa, escribir un twitt sobre el
descubrimiento del bosón de Higgs o un poema de tres páginas, NO ES FÁCIL
ACLARARSE, cualquier cosa que hagas valdrá la pena o no, eso nadie te lo va a
decir, ¿cómo se malgasta una vida?, escribiendo, escribiendo a todas horas y
nada más, o escribiendo de vez en cuando y dejando algo de tiempo para otras
cosas, o sea, escribiendo a medias, escribiendo sin llegar a publicar nada, o escribiendo grandes historias, historietas
de aventuras y crímenes policíacos y personajes históricos para ganar muchísimo
dinero, o no haciendo nada, buscarse un trabajo y llevar una vida normal
dedicándote a tus hijos, a tu mujer y a tu familia que ves los domingos en una
comida que siempre acaba en borrachera y alguna que otra confesión, ¿cómo se
malgasta una vida, qué significa esto, si todo está plagado de gerundios?,
decidir no escribir una línea
más
en tu vida o dejar correr las horas, la noche hasta el día siguiente por ver si se te pasa la abulia, tampoco es fácil, y tampoco es
importante, hagas lo que hagas el vacío siempre estará ahí, la certeza del
silencio, la certeza de la inutilidad general de todo, las calles tanto si
escribes como si no,
emborracharte tanto
si escribes como si no, vivir una vida
crápula, el placer de lo momentáneo, tampoco
lo haces, porque
sigues mirando por la ventana el tráfico que circula cada día, los árboles, son
preciosos, pero esto te lo guardas para ti porque no merece ser escrito, porque es
ridículo.
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